Ayer sábado participé en un entrenamiento especial. Especial por ser solidario, y porque la sesión era, digámoslo así, fuera de lo común: había que nadar 100×100.

Que no quiere decir nadar al 100%, sino más bien 100 series de 100 metros.

Cartel de la organización del entrenamiento
Cartel de la organización del entrenamiento

Lo organizaban el CN El Masnou, XSwim y TAOC. Los fondos recaudados irán a parar a La Marató de TV3, que en esta 25ª edición está dedicada al ictus y las lesiones medulares y cerebrales traumáticas. (¿A qué esperas para hacer tu donativo?)

Total, que allá nos fuimos una delegación del equipo Radikal Swim. Junto a nosotros, otra treintena de nadadores (suficientes para llenar cinco de las seis calles de la piscina) dispuestos a superar el reto. Algunos lo hicieron por equipos, relevándose para completar las 100 series; otros descansaron a ratos, y en fin cada cual nadó lo que pudo. En Facebook puedes ver la foto de grupo que nos hicimos antes de empezar.

Primer contacto con la piscina de El Masnou; parece algo pequeña...
Primer contacto con la piscina de El Masnou; parece algo pequeña…

El funcionamiento de la sesión era muy simple: series de 100, saliendo cada 2 minutos (los de la calle 1 salían cada 2.15): 20 series seguidas, y 5 minutos de descanso (clavados, para volver a salir con el rojo arriba). Así 5 veces.

Breve briefing antes de empezar, para explicar el funcionamiento
Breve briefing antes de empezar, para explicar el funcionamiento de la sesión
Tomando posiciones en las calles
Tomando posiciones en las calles
¡A punto de empezar!
¡A punto de empezar!

Como es un entrenamiento puedes usar palas, pull-buoy, aletas… También puedes variar los ritmos. Por ejemplo Marc y yo empezamos a 1.35 (con la adrenalina y la emoción de cuando empiezas una travesía), pero nos estabilizamos en los 1.37 o 1.38 a partir de la cuarta serie. En cambio Marta iba a 1.50: descansó menos entre series, pero a cambio nadaba más relajada. María iba entremedias.

Creo que fue la tanda de los 3.000 a los 4.000 metros que nos cascamos 10 series a 1.27 (aeróbico-3). Como entrenamiento estuvo genial, pero creo que luego lo pagamos: una hora más tarde estábamos nadando los últimos 1.000 a 1.45.

Equipo Radikal: Marta, María, Marc, servidor (foto de Marta Muñoz)
Equipo Radikal: Marta, María, Marc, servidor (foto de Marta Muñoz)
Ya metidos en faena (foto de Marta Muñoz)
Ya metidos en faena (foto de Marta Muñoz)
A 3 volteretas por serie son ¡300 abdominales!; aunque aquí Marc no la dio... (foto de Marta Muñoz)
A 3 volteretas por serie son ¡300 abdominales!; aunque aquí Marc no la dio… (foto de Marta Muñoz)

Para los descansos, la organización proveyó de agua, bebida isotónica y los omnipresentes plátanos. El resto era cosa de cada cual. Un acierto porque, en sus propias palabras:

Vista la experiencia del año pasado, y que cada nadador tiene sus gustos en geles, bebida y comida en general, trae lo que puedas necesitar.

Tomándoles la palabra metí en la mochila una caja de Donettes, que me comí con grandísimo gusto (y sin remordimiento alguno) una vez duchado y recuperado el aliento. (Aunque pensándolo bien eso son 855 calorías, y según nuestro quemador de calorías favorito quemamos unas 1.800 calorías. ¡Debería haber llevado 2 cajas!)

Precisamente ahí está una de las ventajas de este tipo de entrenamiento. No, ahora no pienso en los Donettes, sino en el hecho de que, al estar en la piscina, puedes dejar a mano todo lo que quieras: tus botellas con agua o la bebida que te apetezca; algo de comida; una cámara de fotos…

Una sesión así tiene otras dos ventajas (aparte de la evidente de los metros realizados).

Una. Es un entrenamiento mental: si vas a hacer travesías largas, tienes que aprender a luchar (también) contra la fatiga mental, saber ahogar ese «no llego», ese «a la próxima me paro», ese «¿aún me queda 1 hora?», y seguir dando brazadas hasta el final.

Dos. ¿Vas a hacer travesías del orden de los 10 km? (yo diría que a partir de los 8 km). Entonces tienes que hacer sesiones cercanas a las 3 horas cada cierto tiempo:

  • Para aprender a nadar cansado
  • Para aprender a avituallarte (qué bebidas y comidas te van bien, y sobre todo cuáles te van mal)
  • Y sobre todo para saber dónde te va a doler… ¡porque te va a doler!: los brazos, las piernas, músculos que ni sabías existían, las gafas que se te clavan en las cuencas, la barbilla que te roza un hombro…

La de ayer fue una manera entretenida de hacer este tipo de sesión.

Aquí aún teníamos fuerzas para sonreír. Yo ya pensaba en los Donettes (foto de Marta Muñoz)
Aquí aún teníamos fuerzas para sonreír. Yo ya pensaba en los Donettes (foto de Marta Muñoz)
Última tanda de 20 series; ya quedábamos pocos (foto de María Cardús)
Última tanda de 20 series; ya quedábamos pocos (foto de María Cardús)
Llegando en una de las últimas series (foto de María Cardús)
Llegando en una de las últimas series (foto de María Cardús)

A destacar el buen ambiente que hubo. Al principio todo eran bromas y risas, aunque lógicamente hacia el final la cosa decayó un poco: había que concentrarse en nadar y en luchar contra esa vocecita que de manera recurrente te conmina a enfilar el camino de la ducha y el bar.

Felicidades a todos y, por supuesto, muchísimas gracias a los organizadores.

Organizadores a los que, por cierto, lanzo una idea: ¿para cuando un 24×1500?: 1.500 m cada hora, durante 24 horas. Como estos.

(Imágenes por el autor, excepto en las que se indica – reproducidas con permiso, y mi agradecimiento.)


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