Nadar sin ver el fondo estimula la imaginación; ¡demasiado! Es dejar de ver lo que tenemos debajo, y la cabeza se empeña en pensar por sí sola; en cosas como esta:

A mi hija de 12 años le pasa. ¡A mí me pasa! A bastante gente con la que lo he comentado le pasa; tal vez a ti también.
Y si no es un tiburón asesino será un pulpo gigante, un banco de pirañas, una masa informe con grandes mandíbulas y muchos dientes… Cualquier cosa nos puede acechar desde ese abismo que tenemos debajo.
Pero esas bestias sedientas de sangre solo están en nuestra imaginación, que vuela demasiado alto. (¡O nada demasiado bajo!) Para amarrarla en corto es mejor saber exactamente qué te puedes encontrar ahí fuera. «Conoce a tu enemigo», que dice el refrán. Por eso hoy inauguro una sección dedicada a nuestros amigos los monstruos marinos. Para que, cuando te muerda, ¡al menos sepas lo que es!
(Originalmente la serie iba a llamarse «Animales marinos de pesadilla», o algo así: mucho más efectivo para pescar (jaja) clicks; pero excesivo para aguerridos nadadores como nosotros.)
La lamprea
Para este primer episodio, y pese al título de la serie, empezamos con un pez que normalmente encontramos en ríos: la lamprea.

La de aquí encima es una foto de su boca; una preciosa carta de presentación: sin mandíbulas, una simple ventosa llena de dientes afilados que usan para engancharse a su presa y chuparle la sangre. Tal cual; es un vampiro acuático.
Aunque vista de perfil no da tanto miedo:

Parece una anguila contrahecha; y, como las anguilas, se come. Dicen que es un bocado exquisito (en la edad media eran plato de reyes), así que puedes optar por atacarla tú antes de que lo haga ella.
Viven en el mar, pero para desovar suben el curso de los ríos, en primavera. Las larvas se quedan en el río durante unos cinco años. Tras una metamorfosis que dura varios meses, irán a pasar su madurez al mar; por el camino se alimentarán de los fluidos de incautos peces y de, quien sabe, algún nadador despistado. Una vez en el gran azul es difícil dar con ellas; o visto al revés, es difícil que ellas den contigo. Aunque se encuentren por toda Europa (Mediterráneo, Atlántico, Mar del Norte, Mar Báltico…), y en la costa atlántica de EEUU.

A menudo el pez al que se enganchan termina muriendo, pero es porque la lamprea se queda ahí arrimada, chupa que chupa, durante días y días y más días, glotona ella. En caso de que atacara a una persona, la mayoría seríamos lo suficientemente inteligentes como para, tras desigual lucha, bella contra bestia, arrancárnosla del sitio donde la tuviéramos pegada. Como enseña este tarado tipo que, por mor del espectáculo, se hace morder por una:
Pueden medir 120 cm, aunque la media se queda en la mitad. No llegan a los 3 kg, o sea que es difícil que te arrastre hacia el fondo para poder saciarse a gusto contigo. Sobre todo si llevas neopreno, esa armadura que nos protege contra casi todo.
La buena noticia es que solo vive en ríos en los que el agua no esté en absoluto contaminada; o sea que puedes nadar en ellos con toda tranquilidad… si tu imaginación te deja.
(Imagen de portada: morsas; hasta hoy, esto era lo más parecido a un vampiro chupasangres que creías que podías encontrar en el mar – por los colmillos, claro… Por Jay Ruzesky; libre de licencia, obtenida aquí.)
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espero los siguientes capítulos!!
genial!!!
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Pues tengo una lista con unos cuantos candidatos ya!!
Y acepto sugerencias de mis amables lectores… 😉
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