(Crónica de la travesía Neda el Món Zoggs Islas Medas por la Marató de TV3)
Acto 1
Escena 1
Una pequeña carpa, en el parking de un club náutico. Debajo de la carpa, una chica en una mesa se afana buscando algo entre un fajo de papeles, una caja llena de sobres y otra llena de gorros de natación.
Una docena de personas (con traje de neopreno, gorro y gafas de natación) hacen cola, inmóviles, frente a la chica.
Jorge y Bruno, cuarentones con aspecto de estar en forma, se acercan charlando al final de la cola por un lado del escenario.
Por el lado opuesto del escenario Ariadna va también hacia la cola. Es una nadadora joven; lleva varias medallas colgadas al cuello porque es una crack; modesta, pero una crack. También lleva un pequeño paraguas que solo le tapa la cabeza.
Los tres llevan una sudadera del mismo club de natación.

Jorge: ¡Está chispeando! Y mira esas nubes por ahí; apenas se ven las Medas.
Bruno: No, no; eso de allí es Begur. Las Medas están en aquel otro lado; allí se ve el faro de la Meda Gran. Y mira el agua: sin viento y con la lluvia, estará plana, plana.
Jorge (viendo acercarse a Ariadna): ¡Hey Ariadna! ¿Lista para petarlo hoy?
Se saludan y se ponen a la cola; y justo cuando se ponen a hablar se oye un trueno enorme, y les cae encima un chaparrón que en un momento los deja empapados. Solo el pelo de ella, bajo el paraguas, se salva. Siguen hablando animadamente mientras se mojan, con el sonido de la lluvia fuerte que cae y algún trueno esporádico.
Por detrás de ellos, a la cola se va añadiendo más gente con neopreno, gafas y gorro. La cola no avanza en absoluto, pese a que la voluntaria, diligente, sigue trajinando con los papeles y sacando de las cajas gorros y camisetas.
Desde los altavoces de la organización se va repitiendo, en un bucle mecánico:
“La travesía de 1,7 kilómetros ya está en marcha. En cuanto lleguen los últimos participantes, procederemos a dar la salida de las de 3,4 y 5,2 kilómetros.”
En los cinco minutos que dura el bucle, y durante toda la escena siguiente, se va añadiendo gente en silencio a la cola (todos con neopreno, gafas y gorro); la cola bajará del escenario y terminará dando la vuelta a la platea.
Escena 2
Ya no llueve. Ariadna con los pantalones y las zapatillas empapados; Jorge y Bruno, como si se hubieran duchado vestidos. Los tres siguen en la cola; ahora solo tienen una persona delante. Justo cuando les va a tocar aparecen por un lado Sandra, Pablo y Marc – treintañeros también en forma, también con la sudadera del equipo. Bruno les llama y ellos se acercan.
Bruno: ¡Marc, Sandra!
Sandra: ¡Uf! Vaya cola, ¿no?
Jorge: Sí; llevamos aquí desde las ocho y veinte. Y solo queda media hora para la salida. No sé cómo lo van a hacer para repartir los chips a todos antes de empezar.
En ese momento se oye por los altavoces:
“Desde la organización estamos evaluando las distintas opciones para las pruebas de 3,4 y 5,2 kilómetros. En breves momentos os daremos más información.”
Mientras los amigos hablan, van recogiendo el material de la travesía: gorro, camiseta, chip. Cuando lo tienen todo y se hacen a un lado, se pone a diluviar otra vez. Se refugian debajo de un balcón. Se empiezan a poner el neopreno, todos excepto Bruno.
Ariadna: Son casi las diez ya. A ver qué deciden.
Sandra: El mar se ha picado bastante. Si yo fuera ellos no me arriesgaría.
Pablo: Es verdad. Yo montaba un circuito de boyas delante de la caleta del puerto, y nos ponía a darle vueltas. Así te ahorras problemas, y no tienes que suspender la prueba.
Marc: Sí, eso ya lo hicieron hace unos años. No fue muy divertido…
Pablo (hacia los que están empapados): Oíd, ¿no queréis ir al hotel a secaros un poco?
Jorge: No, no. Lo que haremos será ir al coche a dejar la ropa, a ver si se seca un poco. Solo para no tener todo lo mojado en la bolsa del guardarropa.
Bruno: Sí. Pero yo tengo que apurar los tiempos, para no esperar mucho rato en bañador a la salida.
Pablo: Bueno, coge al menos esto, y yo me pongo el neopreno.
Lo dice mientras saca una toalla-poncho de la bolsa. Bruno se la pone. Los otros se van preparando: neopreno, gorro, gafas, vaselina… Apenas han terminado, para de llover; y la megafonía:
“Las salidas de las pruebas de 5,2 y 3,4 kilómetros serán a las 10.30 y 10.40 respectivamente.”
Jorge: Qué, ¿vamos al coche a dejar las cosas mojadas?
Bruno: ¡Habrá que correr!

Escena 3
Jorge y Bruno junto al coche, con agua por las rodillas. Dentro del coche, la ropa mojada extendida; ellos, listos para nadar (Jorge con el neopreno, Bruno en bañador), y con la mochila en la mano.
Jorge: ¡Son y veinte, ya! Vamos a ir justos…
Bruno: Bueno, pues ¡hoy nos toca hacer un SwimRun!
Se ponen a correr hacia la playa.
En el otro extremo del escenario, todos los nadadores en la playa mirando al mar, esperando la señal de salida. Ariadna y Marc, concentrados, hacen ejercicios de calentamiento. Sandra y Pablo, más relajados, charlan mientras se acercan al agua poco a poco.
Pablo: Bueno, desde aquí no se ve que haya muchas olas. Y por ahí empieza a asomar el Sol. ¡Al final nos va a quedar un buen día!
Sandra: He oído a alguien decir que el agua está a 19 grados. Un poco fresquita, ¿no?
Pablo: Sí, suerte que al final me he puesto el neopreno.
Por megafonía suena el anuncio de la salida. Todos avanzan hacia el agua. Ariadna y Marc se pierden rápidamente de vista. Sandra y Pablo, también, aunque no tanto.
Jorge y Bruno, que no han dejado de correr en todo el rato, pasan por al lado del camión-guardarropa, lanzan la bolsa dentro sin pararse y siguen hacía la playa, donde se mezclan con los últimos nadadores, que están por entrar en el agua.
Acto 2
Escena 1
Bruno nadando en un mar transparente. Hay bastantes materiales en suspensión; no los plásticos y otras porquerías que se encuentran en Barcelona, sino cosas arrastradas y removidas por la lluvia: hojas de árboles, plumas, trozos de algas… De vez en cuando aparece un montón de espuma de las pocas olas rompientes que hay.
Cada tanto, entrando y saliendo de escena, aparecen otros nadadores anónimos.
En todo este segundo acto, los monólogo en voz en off; son los pensamientos del nadador.
“¡Pues sí que estaba el mar picado! Deben ser olas de un metro, o más. Suerte que vienen de cara, como a mí me gusta. Y me tapan la visión de las boyas; a ver si las puedo ver desde encima de la siguiente ola. Sí, ahí están. ¡Y perfectamente alineadas con el Carall Bernat! Mejor, así solo tengo que fijarme en la roca, que se ve perfectamente sin levantar mucho la cabeza.”
“Y aunque seamos trescientos cincuenta, solo en la salida ha habido un poco de barullo: por esa gente que se echan al agua los primeros y luego son más lentos que el caballo del malo. Mmmmm, esta expresión es graciosa, pero ya está muy sobada; y algo demodé, también: ya casi no se hacen pelis de indios y vaqueros. ¿Cómo podría decirlo de otra manera? A ver si me acuerdo de buscarlo cuando llegue a casa. Pero yo sí que estoy yendo lento. Son estas olas. Es divertido subirlas y caer de golpe sobre la que viene detrás, pero cansa bastante. Bueno, será poco rato; enseguida giraremos a la izquierda.”
“Sí, ahí está la boya. Ahora, hacia la Meda Gran.”
Escena 2
Aquí el mar está más calmado, y absolutamente transparente. Se ve el fondo. Ni rastro de las porquerías arrastradas por la lluvia.
“¡Ah, esta es una de las partes que más me gustan! Solo por esto ya merece la pena venir: el agua limpia, este fondo lleno de vida, las rocas de la isla al alcance de la mano, las gaviotas volando por encima… ¡Es fantástico! ¿Qué profundidad habrá aquí? ¿Cuatro, cinco metros? Casi me quedaría un rato buceando…”
“Además aquí la isla nos protege de las olas. ¡Qué gusto nadar así! Supongo que en cuanto doblemos el saliente volverá a entrar el mar del sureste. Ya queda poco. Ahí está: aquí ya no se ve el fondo. Y por debajo debe de estar pasando un buen grupo de buceadores, cuántas burbujas . ¡Hacen cosquillas! ¡Y oh, mira!, una pequeña medusa, nuestras amigas noctilucas; suerte que está un metro por debajo. Habrá que ir con ojoaaaaaaagh!!! ¿¡De dónde salió esa!? ¡Ni la vi!
Escena 3
Fuerte sonido de resaca contra las rocas. Por encima suena a todo volumen, obvio, La Cabalgata de las Valkirias.
“¡Pues aquí está, vaya olas! Y con el reflujo de las que vuelven rebotadas contra el acantilado, esto es una auténtica lavadora. ¿Y qué hace ese kayak tan cerca de las rocas? Ah, les dice que se separen de ellas. Claro; es que por aquí ha pasado unas cuantas olas de más de dos metros. Qué valientes, los de la organización; ¿o inconscientes?: este no es mar para tener a quinientas personas desperdigadas por aquí. Más de uno se habrá asustado. Y solo he visto un par de barcas pequeñas en toda la travesía. Imagínate que nos tienen que evacuar… Sí, bueno, al otro lado estaba el Nautilus, ahí cabemos todos, pero a ver quién se sube a él con estas olas ¡Algún día pasará algo gordo!”
“Pero parece que ya ha pasado lo peor. Aquí en el freo la cosa está más tranquila; claro, la Meda Petita nos protege ahora. Ah, por eso todas las medusas se han venido aquí. Mira, una allí; y otra, y otra. Casi no se ven, pequeñas pero matonas; qué bien que al menos no estén a flor de agua…”
“Y aquí viene la mejor parte: apenas tres metros de profundidad, esta mezcla de rocas y arena con pequeños prados de posidonia y docenas de nacras, esa especie de mejillones gigantes que se entierran en la arena. ¿Cuánto medía aquella concha que encontré hace tiempo buceando? ¡Al menos sesenta o setenta centímetros! Una lástima que en la Onco no nos dejaran pasar por aquí. ¡Y eso que aquel día el mar no estaba ni la mitad de movido que hoy!”
“Pero bueno, ya dejamos atrás las islas. Ahora, directos al puerto: solo hay que enfilar las antenas sobre la colina. ¡Un último esfuerzo!”
Escena 4
Ariadna y Marc cruzan el escenario a toda velocidad, dejando una estela tras ellos.
“Uno, dos, uno, dos, uno, dos, uno, dos…”
Escena 5
De nuevo Bruno nadando en agua transparente con hojas y plumas flotando.
“Aquí vuelve a haber más gente. Deben ser parte de los de la travesía de 3,4. Pero casi no distingo los gorros naranjas de los nuestros, rojos.”
“Y las olas siguen siendo altas. Pero son largas y cómodas de nadar, sin rompiente. Mejor, así podré surfearlas bien. Ahí viene una: espera, espera, ¡pies, pies, pies, pies!; espera, ¡pies, pies, pies, pies! Lástima de no llevar aletas… Tengo que acordarme de ir a hacer body-surf un día de estos. ¡Venga, ahí viene otra!: espera, espera…”
“Pero cómo, ¿ya hemos llegado? Sí, sí, aquí están el espigón y la boya del primer giro. Y ahí al final el arco de meta. Pues nada, un sprint y a ver si salimos de aquí cuanto antes porque no se ve nada: la lluvia ha removido toda la arena y está el agua de color marrón.”
Acto 3
Escena 1
Junto a la carpa de avituallamiento, con profusión de agua, bebidas isotónicas y plátanos. La mayoría de nadadores se apretujan en un pequeño espacio, donde está Jorge comiendo. Bruno, que acaba de salir del agua, lo ve y va hacia él. Tiene una roncha rojiza que le atraviesa el pecho desde el cuello, donde le ha picado la medusa.
Bruno: ¡Hey, Jorge! ¿Qué tal, cómo ha ido?
Jorge (con la boca llena): ¡Tío, vente! Prueba este bizcocho con chocolate, ¡está riquísimo!
En efecto, los nadadores se dispersan un poco y se ve cómo en esa zona del avituallamiento hay unas grandes bandejas, llenas a rebosar con trozos de un bizcocho relleno de chocolate que tiene un aspecto realmente exquisito. Todos los nadadores van sirviéndose y comiendo sin pausa, mientras un voluntario lo repone.
Jorge y Bruno se ponen a hablar mientras comen bizcocho a dos carrillos. Los nadadores van desfilando: unos se van hacia el camión guardarropa, mientras otros que acaban de terminar la travesía atacan el bizcocho relleno a medida que llegan.
Jorge: ¿Quieres un poco de plátano?
Bruno: ¡Quita, quita! Mientras quede de este bizcocho… ¡Solo me faltan unos donettes para estar en la gloria!
“¡O unos donuts-pantera rosa!”
Esto último lo dice Pablo, que acaba de aparecer por detrás de ellos, sin que lo vieran. Y sigue:
“Hace rato que hemos llegado. Ya tenemos nuestras cosas. Vamos al club náutico a ducharnos, y tomaremos algo allí. ¿Os venís?”
Jorge: ¡Claro! Vamos a por la bolsa y nos vemos allí.
Justo cuando ha terminado de decir eso, se ven un par de relámpagos y se oye un fuerte trueno. Se pone a diluviar otra vez.
Todos los nadadores se dispersan. Pablo se va en una dirección, y Jorge y Bruno en otra.
Escena 2
Sigue diluviando, con truenos y relámpagos cada poco rato. Jorge y Bruno se resguardan bajo el mismo balcón de la mañana; uno todavía con el neopreno puesto; el otro, en bañador y con el poncho por encima.
Jorge: ¡Pues hemos tenido suerte! Las dos horas que no ha llovido han sido las justas para que se decidieran a dar la salida y para que pudiéramos terminar.
Bruno: ¡Sí! La verdad es que nadar bajo la lluvia es divertido; pero igual a más de uno le ha dado un ataque de pánico… Y los kayakistas, seguro que lo han pasado peor que nosotros. ¡Gran mérito tienen!
Aparecen Gaëlle y Juan Carlos, todavía con el neopreno, gorro y gafas puestos. Acaban de salir del agua; ella, con marcado acento francés y ojos chispeantes; él, con un aire más tranquilo.
Juan Carlos: ¡Épico! ¡Ha sido épico!
Jorge: ¡Hombre, Juan Carlos, Gaëlle! ¡Ya estáis aquí!
Se saludan efusivamente.
Gaëlle: ¡Qué manera de llover! Desde la última boya nada más salir de las Medas, lloviendo a cántaros hasta aquí.
Juan Carlos: Apenas se veía nada. Solo una cortina de agua ¡Y los rayos!
Gaëlle: ¡Ouais, qué miedo! La lluvia es divertida, pero vas nadando y ves los relámpagos y piensas “¿me va a caer uno encima?”. Eso ya no hace tanta gracia…
Bruno: Bueno, en realidad, si hay rayos lo menos peligroso es quedarse en el agua.
Jorge: ¿Ah, sí?
Bruno: Claro: si sales a la playa, hay árboles y farolas; un rayo caerá antes allí que en el agua. En cambio, en el agua solo sobresale tu cabeza, que no tiene suficiente altura como para atraer al rayo. Y si además hay kayaks o lanchas en el agua, sobresalen mucho más que tú, o sea que en realidad es allí donde irá el rayo.
Juan Carlos: En cualquier caso han sido unas cuantas peripecias. Primero la mala mar en las Medas. Y no nos atrevíamos a nadar cerca de las rocas, con esas olas tan fuertes.
Gaëlle: ¡Y las medusas! A mí me ha picado una, bien picada.
Juan Carlos: Y luego se ha puesto a diluviar y no veíamos nada. Media hora nadando en esas condiciones no es moco de pavo…
Gaëlle: Y detrás nuestro, en medio del chaparrón, nos ha parecido ver que las barcas recogían a varios nadadores rezagados. Pero no sabemos a cuántos.
Juan Carlos: No serían muchos: los que quepan en las tres barcas que he visto yo…
Gaëlle: Pero yo estoy muy contenta. Ha sido una bonita travesía para despedir la temporada, con un poco de todo: un poco de sol, unas pocas medusas, una poca mala mar, rayos, truenos…; una buena aventura… ¡Y en un lugar inmejorable para nadar!
Bruno: ¡Totalmente de acuerdo! Lástima que hayan tenido que suspender la travesía para chavales, y los relevos.
Jorge: Y la entrega de premios. Ariadna ha quedado sexta absoluta, tercera chica. Y Marc octavo, supongo que también tendrá premio en su categoría. Por cierto, que nos esperan todos, ya duchados, en el club náutico. Vamos, ¿no?
Bruno: Sí, pero esto ya se está alargando demasiado. Aún quería añadir un par de escenas: una con nosotros de cháchara en el bar, mientras tú vas a buscar las cosas al coche (había pensado en algún tipo de montaje con sombras chinas y el ruido de la tormenta de fondo…). Y la última, ya sin lluvia, tú y yo volviendo al coche, que encontraremos con los bajos hundidos en medio del parking inundado. Pero mejor vamos terminando, no quiero cansar más a este público tan amable…
Jorge: Tienes toda la razón. Pero ¿no quedará un final algo brusco?
Gaëlle y Juan Carlos: Tal vez; pero es verdad que se hace tarde. Nosotros también nos iremos.
Los cuatro: ¡Adiós, adiós, adiós!
Se despiden, alejándose en direcciones opuestas.
TELÓN

Y nos las prometíamos felices a las 8 de la mañana…
Si prefieres el cine al teatro, puedes ver el vídeo oficial de Neda El Món aquí.
(Imágenes, por el autor.)
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jajajajja que buen sainete Bruno, muy divertida y real 😉
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jajaja Gracias! Me faltó la coletilla «Basada en hecho MUY reales». Espero que la próxima sea más tranquila…
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Genial! la realidad supera la ficción!!!
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Sí! Para qué estrujarse la cabeza si la vida ya te da buenísimos guiones para explicar historias…
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🙂 hahah buenísima , me encantó Brunito, todo lo que cuentas me encanta tu blog..
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Muchas gracias, Moliva! Me alegro de que te guste.
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