Una manera saludable de despedir el año (al menos hasta que empieza el cotillón) es haciendo deporte. Por eso (o tal vez anticipando las calorías que nos traerán el banquete y las copas de después) miles de corredores salen cada 31 de diciembre a participar en una San Silvestre.

Esta ya tradicional prueba se corre en decenas de ciudades de todo el mundo el último día del año, desde mucho antes de que el #running se hiciera tendencia: 40.000 corredores se reúnen en Madrid; más de 10.000 en Barcelona o Valencia; 7.000 en México DF y 5.000 en Buenos Aires; y 30.000 en Sao Paulo, donde hace más de 90 años se corrió la primera de todas. (¿Pero qué hacemos hablando de correr, te estarás preguntando, si lo nuestro es nadar? En el siguiente párrafo vamos a ello.)

Aunque en la mayoría de las San Silvestre los profesionales van a por todas, para los demás es una manera de empezar la celebración del año nuevo: muchos se disfrazan, todos están eufóricos – probablemente ayuda el hecho de que se celebren a última hora de la tarde; mientras que cualquier otra carrera suele empezar a las 9, de ahí el madrugón y la cara de acelga hervida que se le pone a muchos. Se respira, en fin, en las San Silvestre un ambiente festivo que es la envidia de cualquiera. Probablemente por eso los nadadores decidieron que ellos no podían ser menos, y han empezado a organizar sus propias San Silvestre, a nado. Y es que una tradición tiene que empezar algún día…

En Gran Bretaña, donde son muy aficionados a sobreponerse al frío, la lluvia y el agua fría (fría de verdad, quiero decir), estos encuentros para darse un chapuzón al aire libre son bastante populares, y que sea el último día del año es una excusa si cabe más buena que cualquier otra. En los últimos años también han proliferado en España:

  • Mataró (Barcelona):

¡Esperemos que la lista se haga más larga de año en año! Dependiendo del calendario, a veces se celebran unos días antes: ya que es mejor nadar durante la mañana o mediodía, conviene buscar un día no laborable para que pueda asistir cuanta más gente mejor.

No son travesías para mojigatos, pero tampoco hay que tener miedo al agua fría (y si necesitas motivación extra, tal vez este post te ayude). Bien es cierto que, ante la perspectiva del agua fría y de la fiesta de después (que muchos empiezan antes), los recorridos no pueden ser muy largos, y difícilmente competitivos; pero cualquier excusa es buena para echar un rato en la playa con otros aficionados valientes. Después, un gran tazón de chocolate caliente (o un ponche, por qué no) y unos cuantos abrazos (o palmetazos en la espalda, si eres tímido) para terminar de entrar en calor, ¡y ya estás listo para enfrentarte a una noche de aventuras!

(Imagen de portada, libre de derechos, por Steinar Engeland en Unsplash.)


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Una respuesta a “Otra manera de correr la San Silvestre: a nado

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