Hace 3 y 4 años hice algunas travesías con Swim No Limits. (De hecho, la primera travesía que reseñé en este blog era suya.) Por circunstancias, últimamente no había podido hacer más – bueno, y también porque ahora las busco por encima de 5 km. Por eso me apunté a esta Swim Bahía Roses-L’Escala de 15 km, una distancia que me encanta.
Si además es en el norte de la Costa Brava, ¡miel sobre hojuelas!

La zona

Ficha técnica
Swim No Limits, Bahía Roses-L’Escala 15K:
El tiempo límite de 6 horas tenía truco, según nos explicaron en el briefing: no es que puedas nadar 6 horas y luego salir del agua, allá donde estés: en realidad tienes 2 horas para llegar al punto de 5 km, y otras 2 horas para llegar a los 10 km. Aducen que es para no tener nadadores muy lentos que hagan que el grupo esté muy estirado (más difícil para las dos barcas el ir “patrullando” a lo largo del grupo). Me parece una decisión muy correcta, es lo que yo haría si fuera organizador – pero también es verdad que lo justo hubiera sido incluir esa condición en el Reglamento de la prueba.

Me sorprendió gratamente que fuéramos los mismos los que nadábamos con y sin neopreno (7 y 7; había uno que «solo» llevaba jammers de neopreno, por lo que no puedo meterlo dentro de ninguno de los dos grupos).


El recorrido



La organización
La valoración es muy positiva:
- Buena organización
- Precio ajustado (150 euros, más 100 euros si necesitas que la organización te ponga kayak y kayakista)
- Briefing excelente (presencial, la noche anterior, en petit comité)
- La organización garantiza guardarropa, y el transporte de L’Escala a la salida
- Sin balizamiento (¿para qué?)
- Seguridad suficiente: un kayak dedicado para cada nadador, más 2 barcas a motor (que iban y venían para controlar a todo el grupo)
- Avituallamiento durante la prueba: a cargo del nadador
- Avituallamiento después: justo (fruta, frutos secos)
- Bolsa del corredor: muy bien (camiseta, sudadera)
Después de haberme apuntado a la travesía, tardaron un poco en dar señales de vida; pero luego lo hicieron muy bien: creando un grupo de Whatsapp, muy práctico para mandar información y ponerla en común o resolver dudas que interesan a todos. Así, además, el briefing la noche anterior fue corto y más fácil.
Que el avituallamiento corra totalmente a cargo del nadador me parece la mejor opción: así llevas lo que tú quieres, en la cantidad que quieres, y lo tomas cuando a ti te viene bien. Independientemente de que en las barcas lleven bebida y comida por si las moscas.
Durante el briefing, y después de que nos recogieran tras parar la prueba, vi claro que Jordi (uno de los organizadores, y patrón de una de las embarcaciones) sabe de lo que habla cuando habla de viento, olas y estado de la mar, además de conocer la zona. Cosa imprescindible para poder tomar decisiones informadas y formadas. En todo momento me parecieron muy ocupados con la seguridad, con tener al grupo controlado, con saber qué podían esperar (viento y olas) y que estuviera todo listo en caso de cualquier eventualidad (como luego pasó).

Mis sensaciones
Durante la semana se planteó adelantar la travesía al sábado 13, para salvar una previsión de viento y olas que parecía mala. Tuvimos suspense hasta el jueves al mediodía, y lo que decidió al final la organización fue adelantar la salida: a las 6.00h del domingo (en lugar de empezar a las 8, como estaba inicialmente previsto). ¡BUUUF!!
El sol salía a las 6.24h, pero entre que clareó muy rápido y que tuvimos 15 minutos de retraso, cuando empezamos a nadar la visibilidad ya era perfecta.
Durante el briefing me había entrado la duda: ¿cómo orientarse? O más bien, ¿hacia dónde? Nos marcaron como punto a buscar el castillo de Torroella de Montgrí (una montaña que queda justo por detras de L’Escala, viniendo por el mar), y nos dijeron que era muuuuuuy fácil. Pero yo no me quedé tranquilo (y menos aún después de que mi kayakista me dijera que ¡él tampoco se conocía la zona!).

Subimos al minibús con lo mínimo imprescindible. En mi caso: los avituallamientos, la ropa puesta, y una cámara de fotos. Ponemos rumbo a Roses. Allí, en la playa, cargamos en el kayak la bolsa con los avituallamietos, y en la furgoneta una bolsita con la ropa y la cámara, para que nos la lleven de vuelta a L’Escala.
Desde la playa Els Palangrers, se diría que estás en un lago: en frente, a lo lejos, solo ves tierra. Pero tras 100 metros nadando ya se ve el horizonte, a mano izquierda. Y, como nos habían dicho, claramente perfilado contra el cielo, el castillo sobre el Montgrí como faro a seguir.
La primera parte fue brutal: el amanecer a la espalda, agua transparente, mar plana con ligeras ondulaciones (olas largas de menos de 0,5 metros de altura)…; y 3,5 km en la primera hora (esto es a 1’43» los 100 m, cuando la idea era nadar sobre 1’55»). Ese rato también nos sirvió para acoplarnos con Manel, mi kayakista: cómo situarse respecto a mí, señales convenidas… Reitero lo que ya expliqué en este artículo del año pasado: las maratones a nado son un deporte de equipo, y un mal kayakista, o un mal entendimiento con él, pueden hacer que la travesía sea una pesadilla para el nadador, el kayakista o ambos; incluso dar al traste con ella.

Del kilómetro 3 al 5 las olas se hicieron más cortas, incómodas, viniendo por la aleta de babor; por suerte se mantenían por debajo del medio metro de altura. En el km 5 había un punto de control: una de las barcas de la organización. Se me hizo raro la facilidad con la que la encontramos en medio de la nada de la bahía (apenas nos tuvimos que desviar 50 metros nuestra trayectoria).

A partir de ahí las olas empezaron a subir, llegando al metro de altura. Pero como volvían a ser largas, se nadaba muy bien. Solventadas las dudas en cuanto a la orientación (a esas alturas ya se veía perfectamente la mancha blanca que eran las casas de L’Escala), disfruté enormemente hasta el punto de control del km 10. Ese tramo ya lo nadé en los 1’55’’ que tenía en mente, aunque con algo más de esfuerzo del previsto por causa de las olas.
Y en algún momento Neptuno, o Poseidón, o Hadad, o quien quiera que estuviera de guardia, tocó el botón que no era. El mar se puso bravo. Tanto, que cuando me faltaban unos 1.500 metros tuve que parar. No porque yo quisiera, sino porque una lancha de la Guardia Civil me bloqueaba el paso. Pensé que me iban a multar por exceso de velocidad (jaja), o porque el gorro era amarillo (jajaja), pero fue porque se había anulado la prueba.
Yo creo que, con paciencia, habría llegado en una hora a L’Escala.

En lugar de eso, me obsequiaron con un bonus tour por la bahía, en la semirrígida de la Guardia Civil y sus 400 caballos: volando a 30 nudos por encima de las olas, para batir toda la zona (hubo diez minutos con cierta angustia porque en el recuento faltaba un kayak que había volcado).
La decisión
Cuando estás en el agua, nunca quieres salir. Cuando hay nadadores en el agua, la organización nunca quiere sacarlos.
Pero si el mar dice basta, es basta. La organización tiene que pensar en la seguridad de todos, y la decisión que tomen será la buena y hay que aceptarla: en este caso, fue bandera roja.
El último tramo de travesía, sin la protección del cabo de Creus, quedaba totalmente a merced del viento Norte/Noreste, que levantó olas de hasta 1,5 m, muy cortas y con penacho; muy difícil para los nadadores, casi imposible para los kayaks. Al menos 6 nadadores estábamos en el meollo (Miquel se salvó por los pelos y pudo terminar). Por detrás, no sé cómo estaba la otra mitad de la partida.

En cuestión de minutos, las dos barcas de la organización, junto con la de la Guardia Civil y otra lancha que estaban de guardia en el puerto nos recogieron a 14 nadadores y 6 kayaks, y nos llevaron sin más novedades a L’Escala. Un 10 para la organización por la rápida actuación, y por un dispositivo de evacuación eficiente cuando tuvo que actuar.
La entrega de trofeos se realizó en el puerto, por lo que no fue tan lucida como debían tener planeado: habían cargado de prisa y corriendo las cosas en la furgo, desde la playa del Rec, para llevarlo al puerto: trofeos, avituallamiento, obsequios.
No fue el final deseado, pero tampoco estuvo mal.

Rojo y verde
(Imágenes por el autor, excepto en las que se indique lo contrario; mi agradecimiento a Swim No Limits por permitirme publicar las suyas.)
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Una respuesta a “Travesía Swim No Limits, Bahía Roses-L’Escala 15K: casi, casi, casi”