Languideciendo en el sofá, sin gana;
me tiro de los pelos y me araño.
Y en mi rutinario control de daños
el vil espejo me muestra otra cana.
Llevo en casa apenas una semana,
y parece que hayan sido mil años
transcurridos desde mi último baño.
¡La temporada ha salido rana!
Pues con el virus que viene de China
tú, yo y los demás hemos topado.
Por pasar el rato pienso una rima,
y en cuántas podré hacer con «confinado»:
una, cien, mil, si uno es vivo y atina;
muchas más con un diccionario al lado.
Ya harto, sin poder salir de casa
(mientras médicos, polis y cajeras
se la juegan por nosotros ahí fuera)
es mi turno de dar algo la brasa.
Y algunos os lo tomaréis a guasa,
mas sin perro que pasear a mi vera
ni vecino locuaz en la escalera,
el día así más rápido se pasa.
Siéntome como en lata una sardina.
Apago la tele y, whisky en mano,
acuesto a mi hija —que está que trina—;
me encierro en la habitación de al lado,
al viejo lápiz saco punta fina,
y escribo este Blues del Confinado.
Trabajo algunas horas cada día
(pocas: el jefe no ve y me da palo),
Y, como Asurancetúrix, el galo,
sueño ser poeta con alegría.
El tiempo pasa lento, quién diría.
Los memes de wasap me ponen malo.
Instagram; TikTok y sus retos ralos;
La radio en bucle y su monotonía…
Tedio, fastidio, vida que hastía,
domingo por la tarde acogotado,
la misma jornada día tras día.
Pero cuando pase, queda jurado,
ya será de otro costal la harina:
aprovecharé el tiempo sin enfado.
Mas en estas jornadas, de momento
(aunque no es lo que me hace más gracia),
me conformo con algo de gimnasia
y poner en el core el acento:
planchas, flexiones, un estiramiento,
sube y baja escaleras sin magia
—en un rellano casi sufro afasia—
y, luego, ¡a comer sin miramiento!
De noche la tristeza me domina,
me noto vacío, un poco raro:
añoro el agua y la olor clorina,
las suecas, y mi bañador mojado.
¿Dónde nadaré cuando esto termina?
Y me sueño vagando por un prado…
Pues así el tiempo poco a poco mato,
reviviendo pasadas travesías
— fotos banales de hazañas vacías,
recuerdo fugaz en papel barato.
Leo algunos blogs, tuiteo un rato,
doy likes para que los den a una mía;
procrastino lo que queda de día…
¡Perra vida! O más: parezco un gato.
Y así, ya que no buceo, ni nado;
ya que no puedo ir a la piscina,
ni a la playa, ni a río ni pantano;
a falta del chute de dopamina,
me alivio juntando —El Confinado—
de sonetos malos tal retahíla.
(Imagen de portada, por Sandra Ahn Mode, libre de licencia, obtenida en Unsplash.)
¿Te ha gustado el artículo? Pásate por mi twitter para estar al tanto de los que voy publicando.
Follow @bruhervas