Ya hablé hace tiempo de la travesía con el mejor nombre del mundo.

Decía en aquel post:
Para evadirse de la prisión del castillo de If, frente a Marsella, [Edmundo Dantés] huyó a nado hasta el cercano islote Tiboulen de Maïre (de donde le rescataron unos contrabandistas). Sin tanta épica, tú puedes rememorar su fuga cada mes de junio.
Bueno, la edición de este 2022 resultó bastante épica. Al menos las dos travesías del domingo por la mañana: no hubo Mercedes, ni traiciones, ni una Haydée a quien amar; solo medusas.

En fin, empecemos por el principio siguiendo el canónico Introducción-Nudo-Desenlace. Será mi primera novela, espero que no tan larga como la de Dumas, y seguro que mucho menos entretenida.
Prefacio: las pruebas
La idea es muy simple: se lanza uno al agua desde la isla de If, al pie de su mítico castillo. Y tiene que llegar a tierra sano y salvo.
Esto en realidad solo es para las distancias de 5 y 6 km; la de 3,5 km sale de la isla Degaby, y las de menos distancia son alrededor del village. Las pruebas a lo largo de todo el fin de semana son:
- 1K (domingo)
- 1K con aletas (también el domingo, conjunta con la “sin aletas”)
- 2K (una el viernes y otra el sábado)
- 2K con aletas (también viernes y sábado, conjunta con la “sin aletas”)
- 2,5K (sábado)
- 2,5K con aletas (domingo)
- 3,5K (viernes)
- 5K (una el viernes y otra el domingo)
- 5K con aletas (sábado)
- 6K (domingo)
https://www.instagram.com/p/CeeBTXzM68l/
Itinerario 6K
En este vídeo de la organización se muestra el recorrido de la 6K.
Pero como es tipo cámara subjetiva y no conozco la zona, nunca logré hacerme bien a la idea. A vista de pájaro se ve algo mejor:

El tiempo máximo que se da para completarlo es de 2h 45min; y para el de 5K, 2h 30min (corresponde a 2’45’’ y 3’00’ los 100m respectivamente).
No había avituallamiento en todo el recorrido. No me parece mal.
La historia
5.000 nadadores, 10 pruebas, 6 distancias, 2 disciplinas: ahí estábamos los protagonistas de la historia.
La mía empezó y terminó igual, un travelling en plano secuencia por las calles de Marsella en un bucle que habría firmado John Ford: ida y vuelta entre la estación de autobuses y la playa de Petit Roucas Blanc.

En esa pequeña playa estaba el village de la prueba. Enorme, y con varias cosas a destacar que no se suelen encontrar en otras pruebas: una terraza chill-out frente al bar (donde también había comida rápida), vestuarios, duchas (con poca agua, todo hay que decirlo); y a destacar una amplia (muy amplia) zona con WC y urinarios, y una pequeña barra de bar donde los adictos al café podían tomar tantos como quisieran antes de la prueba (y en la que ofrecían gratis tanta agua como quisieras beber).




Otra cosa que agradecer era la megafonía huyendo del típico chumba-chumba fiestero, de We are the champions o The eye of the tiger: en su lugar, ambient de calidad ¡y a un volumen moderado!
A las 8.30h nos llamaron para embarcar en el primero de los tres barcos que nos tenían que llevar a la salida. Tanto el pantalán de la playa como el de la isla de If son pequeñitos, por lo que los barcos tienen que amarrar de uno en uno. La singladura son solo 20 minutos, y corre paralela al recorrido de la prueba, por lo que te puedes ir haciendo a la idea de lo que te espera, localizar las (pocas) boyas que lo marcan, y tomar referencias. Llegando a If vimos, extrañamente concentrados en un espacio muy pequeño frente a la isla, cientos de cabezas rodeadas de varias barcas: era el pelotón de la prueba de 5K, con salida una hora antes que la nuestra.

El barco dio la vuelta a la isla, y desembarcamos justo a los pies del castillo de If. Allí había una mesa con agua, y el espacio justo para hacinar a 500 nadadores. Los primeros, los listos y los veteranos enseguida buscaron un pequeño trozo con sombra donde esperar.

(Hice un pequeño vídeo para entretenerme; aunque visto el resultado, tal vez debería dejarlo a los pros…).
Hasta ese momento, nadie nos había explicado el desarrollo de la travesía, ni había carteles con el recorrido (esto lo echo en falta siempre).
El segundo barco llegó media hora después; y el tercero, ¡1 hora y 10 minutos! De haberlo sabido, me habría tirado al agua a esperar… Además aquí la música, de fiesta mayor, sí estaba alta. Creo que a Dantés no lo torturaron tanto.


Justo antes de que llegara el tercer barco, desembarcó en la isla el Director de Carrera, cogió el micro y se dirigió a nosotros (la traducción libre es mía):
― Un dos, un dos, probando…
(Breve presentación y saludos, entre murmullos del respetable.)
― Hay un gran banco de medusas justo frente a la salida. En la salida de la 5K han picado a bastante gente, muchos han subido a las barcas. Ayer no estaban, hoy han aparecido. Puede que sigan ahí dentro de diez minutos, o que se hayan movido, o que se dispersen…
(Spoiler: se quedaron.)
― Ya sabéis cómo funciona esto: pican, duele un poco y ya está. En las manos, en los pies… El problema es que te toquen la cara.
(Aquí tengo que anotar que, de 500 nadadores(*1), conté que éramos solo 38 sin neopreno. El agua estaba a 24ºC.)
(Y otra anotación curiosa: vi bastantes neoprenos de swimrun, y bastante gente con tubo frontal. Pero volvamos al discurso pre-briefing.)
― Ahora llegará el tercer barco ― continuó el Director ―. Si alguno se quiere rajar y volver a bordo, no hay problema. Se le devolverá el dinero de la inscripción.
No me fijé si alguien embarcaba. Después ya nos hizo el briefing (sesión informativa, según Fundeu; en francés sí han adoptado el anglicismo).
Imagino que por cuestiones logísticas (sería difícil conseguir cientos de sacos/sudarios, y los voluntarios necesarios para ir lanzando a los participantes uno por uno), la salida no es desde lo alto del acantilado, sino desde el agua, entre dos boyas que están a 50 metros de la isla. Justo cuando estábamos por tirarnos, una solitaria pelagia nos pasó revista en plano nadir, recorriendo el pantalán de arriba a abajo con ojo crítico, y desapareció con la corriente.
Tres compañeras suyas también montaban guardia cerca de la salida.


Visto lo visto, me coloqué a la izquierda de todo del pelotón, para no tener mucha gente cerca. Estando prevenido, empecé a nadar poco a poco, con la vista al frente, bajando poco el brazo antes de la brazada para proteger la cara. Así esquivé media docena de medusas (me temo que el tipo que iba detrás mío no tuvo tanta suerte).
Y en cinco minutos… ¡la folie!!!
¡Allí estaban!
Los kayaks se cruzaron para no dejarnos pasar, haciendo sonar los silbatos como locos. Tenía tres barcas muy cerca, y vi al menos a una docena de nadadores subirse a ellas. Un tipo histérico intentaba subirse a la proa del kayak que tenía delante. El kayakista le daba con el remo. Medusas todo alrededor, pelagias pequeñitas. Cuatro o cinco me picaron levemente en el pecho y un hombro, y una se ensañó con mi tobillo izquierdo. Gritos y chapoteos… Me pareció que nos evacuaban, pero pensé: «He contado siete barcas antes de salir. Es imposible que nos saquen a todos del agua». Mirando por encima del kayak que no me dejaba pasar, vi que mucha, mucha gente continuaba nadando. Y por debajo del agua vi que el banco no era muy tupido, que se podían ir esquivando.
Y efectivamente, a eso me dediqué. Fue como pilotar el Halcón Milenario a través del campo de asteroides de Hoth, separándome de otros nadadores para ver bien, a una velocidad más o menos normal. Ya había nadado un par de veces así: una entre huevos fritos, que no pican, y otra entre esas grandes y blancas con ribetes lila. Que fueran pelagias le añadía emoción a la cosa. Además el agua allí es muy azul y estaba sorprendentemente limpia, pero las medusas se camuflaban entre las burbujas de las crestas al romper justo bajo la superficie (era como nadar en un mar de Perrier). Fue divertido, pero solo porque duró diez minutos y no me picó ninguna más.

Después de eso, la travesía no tuvo más historia que pasar entre dos islotes y enfilar paralelos a la costa hasta la meta, con un mar picado por el viento que en otras circunstancias habría dicho que era molesto.

La llegada era como la de los pros: llevábamos el chip en la muñeca, y había que pasar bajo un arco y tocarlo con la mano.

Y poco más hubo: una ducha, recuperar la bolsa, ir a comer una crêpe y un helado de caramel beurré para recuperarse…
(*1) Mirando las clasificaciones y las capacidades de los barcos que nos llevaron («Hélios», 197 pasajeros; y «Aiglon 3», 162 pasajeros), los números cuadran bastante: de 500 inscritos, salimos solo 373 (muy pocos, ¿no??; ¡no se presentaron una cuarta parte de los inscritos!); hubo 58 abandonos y acabamos 315. Un viaje de cada barco al 90%, y un segundo viaje del “Aiglon 3” al 30% sumarían 372 personas en la salida.
Epílogo: conclusiones
Es una gran travesía; muy muy chula. Ni más ni menos que algunas de las que tenemos por aquí, pero con la emoción de salir desde un lugar mítico y poder sentirte el protagonista de tu propia novela. Imprescindible para fans del libro (¿quién no lo es?).
Me dio mucha envidia encontrar un agua tan limpia y azul en las playas de una ciudad muy parecida a Barcelona. ¡Nada que ver con la Barceloneta!
También es divertido nadar entre islas. Y sobre todo hacerlo por sitios en los que uno no puede echarse al agua si no es en ocasiones como esta, bajo el paraguas de alguna organización.
La pregunta es: ¿vale la pena venir, pagar viaje y hotel, etc., solo para nadar? Probablemente no tanto, a menos que hagas una de las travesías cada día para sacar el máximo jugo al viaje; incluso doblar el domingo con la de aletas.
Aunque para los viciosos de las crêpes y las patatas fritas dentro del kebab, siempre merece la pena una visita al país vecino.
La organización
Gran parte del éxito de la travesía estriba en la gran organización, en todos los sentidos.
Para empezar, tanto el Ayuntamiento como la región (Provence-Alpes-Côte d’Azur) se vuelcan en colaborar con los organizadores, y exhiben sus logos, incluso se molestan en redactar un mini-discurso del Presidente; también la Federación de natación.
Supervisando la prueba de 6 km había 7 barcas relativamente grandes, de Salvamento y de buceadores. Vi una decena de kayaks en la salida; luego, mientras nadaba, me pareció que había más (tal vez vinieran de vigilar la de 5 km, cuando esta terminó). Siempre había alguno cerca y marcaban extremadamente bien la trayectoria, que tenía pocas boyas muy separadas (solo 7 boyas en todo el recorrido). También vi un par de paddle surf, pero no puedo asegurar que no fueran espontáneos o curiosos.
Los patrocinadores y colaboradores son legión, y de todo tipo. Esto ya da medida del evento. Y se nota en toda la infraestructura alrededor.
Y como masificación y sostenibilidad son casi incompatibles, se han puesto las pilas y afirman haber evolucionado hacia un evento eco-responsable:
Un trabajo colectivo para proteger el medioambiente, economizar agua, reducir los desechos, reparar, reutilizar, cambiar de hábitos, los nuestros los primeros. (…) Reducir al máximo el impacto [del evento] sobre el medioambiente.
Este ideario se vehicula a través de 19 puntos, entre ellos la no utilización de plástico, separar desechos y reciclar, reducir el consumo energético, minimizar el uso de barcas con motores de gasoil o gasolina, o tener un village lo más cercano posible a la neutralidad en cuanto a emisiones de CO2.

¿Cosas que no he visto en otras travesías y que son fácilmente implementables: separación de residuos (papel, envases, orgánica); fuentes portátiles para el agua a la llegada y un vaso de plástico reutilizable y compostable, en lugar de tropecientas botellas de plástico; stands hechos de madera y fibra de coco reciclados y reutilizables.

Galería de fotos
Te dejo con una galería de fotos hechas durante el domingo.
También puedes ver las de la organización, bastante mejor que las mías, y un par de vídeos, aquí.















Bonus track
¿Cómo ven nuestras travesías desde las antípodas? Sería algo parecido a esto.
Y tú, ¿has nadado alguna vez esta travesía? ¿Te gustaría hacerlo?
1.51.40
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Una respuesta a “Desafío de Montecristo 2022 – una crónica”