
«No a la fred», la Clásica de invierno en la Costa Brava. Para preparar esta crónica rápida, buceo entre mis referencias: la comunidad del anillo buscando el paso de Caradhras; Luke Skywalker huyendo del wampa en el desierto blanco de Hoth; Harry y Ron recuperando la espada de Gryffindor del fondo del lago; 007 con sus bastones-rifle, dando cuenta de los esbirros de Spectra en «La espía que me amó»…
Ninguna me parece lo suficientemente épica.

Sant Feliu de Guíxols es un lugar fantástico para nadar. En invierno es menos apetecible; pero ya sabemos que no hay que dejar de nadar en esta época. Y allí nos juntamos el pasado domingo 166 valientes/inconscientes/pardillos (escoge el que mejor te defina), para demostrarnos que el frío es un estado de ánimo. Mi termómetro pensaba diferente, y se reía mientras me enseñaba que, a pie de playa, el agua estaba a 11,3ºC.
Por suerte, el Sol no quiso faltar a la cita y, tímido él, caldeó el ambiente lo que pudo. No obstante, visto lo visto, decidimos nadar solo 15 minutos de ida y dar media vuelta. Por suerte, 100 m después de salir, la temperatura subió ― tal vez un grado. Los primeros 5 minutos, los peores, no hacía más que repetirme como un mantra por qué nado sin neopreno (y sí, ¡he escrito bien «por qué»!). Llegamos justo a la entrada del freo, donde las olas ya empezaban a ser respetables ― medio metro o más, aunque nada más perder la protección del espigón del puerto ya se había notado la marejada.

La mayoría de nadadores siguieron por el freo (ida y vuelta, 1.900 m), muchos incluso hasta la isleta que hay pasada la punta de Garbí (ida y vuelta, 2.600 m). Pero la verdad es que viendo el vídeo, y con esa temperatura del agua, creo que se imponía cierta prudencia…
Tal vez por eso no es de extrañar que se vieran tantas boyas (yo incluso llevaba una manta térmica en la mía).
Y la guinda, parece ser, fueron las pelagias que patrullaban la zona (yo no las vi) y de la que algunos recibieron chispeantes caricias.
A la llegada, la Organización nos ofreció unas tazas (en realidad, vasos de papel) de chocolate caliente con melindros; menos melindroso fui con las pizzas que trajeron después.
La organización por parte del Aquàtic Club Xaloc es fantástica, teniendo en cuenta que es una travesía sencilla y no competitiva, casi casi una reunión de amigos. Montaron un vestuario de fortuna, con calefactores, en una carpa sospechosamente parecida a un iglú. En el agua, la seguridad es más que suficiente, con media docena de barcas y algunos kayaks controlando en todo momento el pelotón. También hay guardarropa, y opción de usar las duchas de la piscina municipal (a 5 minutos andando de la zona de llegada).
Además de la comida, la bebida y el buen humor, la Organización nos obsequió con una bolsa estanca (hace un par de años, por ejemplo, fueron unos guantes).
En este enlace puedes ver la galería de fotos de la Organización.
Y aquí debajo mi crónica gráfica, con fotos hechas antes de que se me pusieran los dedos azules.









(Imágenes por el autor, excepto en las que se indique lo contrario.)
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