La XI edición de la Tuna Race Balfegó fue muy disfrutable, pero podría haber estado mejor. Nos lanzamos al agua, bastante fresca, y nadamos: primero 2,5 km; y después, 5 km que se quedaron en 4,5 que se quedaron en 4.
Pero vayamos por partes.
Quién
Tres son los protagonistas de la travesía:
- El Grupo Balfegó, empresa que se dedica entre otras cosas a criar atunes en una piscifactoría. La travesía forma parte de los actos de las “Jornadas gastronómicas del atún rojo”, que les sirve para promocionar el negocio y para ― las malas lenguas dicen ― limar asperezas en su relación con la Cofradía de Pescadores.
- Nosotros, esto es, los nadadores, que nos acercamos allí con ganas porque prácticamente es la travesía que inaugura la temporada de aguas abiertas (la “No a la fred” de Sant Feliu de Guíxols, no tengo claro si la inaugura o la cierra o la mantiene en hibernación…).
- Los atunes, que viven tranquilos en sus jaulas, y una vez al año se ven asaltados por docenas de nadadores curiosos que quieren ver en directo un pez de 300 kg (el resto del año, la empresa organiza el Tuna Tour, para que puedas nadar entre ellos en petit comité).
Dónde
En L’Ametlla de Mar ― unos 50 km al sur de Tarragona, casi llegando al delta del Ebre.
La costa quebrada de los alrededores de L’Ametlla, con sus acantiladitos rocosos y unas cuantas calas de arena asquerosamente fina, es una suerte de Costa Brava en miniatura. Eso, y las praderas de posidonia del fondo, hacen que sea un lugar de lo más agradable para nadar.
Cuándo
Siempre a finales de abril; este año, el día 30 (alguna vez ha sido a principios de mayo).
Cómo
Se nadan dos travesías: una de 2,5 km y otra de 5 km. Un acierto de la organización es separarlas de manera que se pueden nadar ambas ― lo que algo pomposamente llaman la “Doble Corona”: la 2,5K a las 9.00h, y el embarque para la 5K a las 10.30h. Aunque lo ideal sería nadar primero la larga porque, cuanto más tarde en la mañana, más riesgo de que la virazón nos estropee la fiesta.
No fue el caso este año, en que ya veníamos avisados con un parte meteorológico preocupante. Como nos temíamos, el domingo amaneció ventoso, y ya en la cola para recoger el chip oí rumores de activación de un “Plan B”.
― ¿Plan B? ― me dije a mí mismo ―. ¿Cómo, cuándo dónde?
En ningún lugar de la web, ni en el mail-recordatorio que había recibido el viernes, ni en ese mail con el briefing que no recibí nunca, se hablaba de un Plan B.
Resultó que sí: había demasiado viento (por tanto, olas) para los kayaks y, con el buen criterio que les faltó en 2016, cambiaron el recorrido por uno totalmente costero. Oficialmente me enteré justo antes de la salida de la 2,5K, cuando nos hicieron el briefing “Doble Corona” (el resto, lo supieron a pie de barco).

En este vídeo del año pasado puedes ver lo que nos perdimos:
En fin, el guion de la película basada en hechos reales quedaría tal que así:
8.00h:
Llegada a L’Ametlla, aparcar (como en cualquier pueblo de la costa, más difícil tirando a imposible cuanto más cerca del agua. Mi apuesta siempre es un parking municipal; en este caso hay uno a 5 minutos de la playa).
8.15h:
Recoger el chip, el gorro y la sudadera de regalo en unas mesas junto a la playa del Alguer; las filas para cada travesía eran diferentes, pero no había ningún cartel indicándolo y los chavales voluntarios de la Organización tampoco parecían tener muy claro cómo funcionaba… El gorro de la Doble Corona, por cierto, de un color dorado de esos que te hacen 100% invisible una vez en el agua.
El guardarropa está en la misma playa, junto a la meta: una carpa con voluntarios muy atentos, armados con unos papelitos tamaño A8 y un rollo de cinta adhesiva para marcar las mochilas.
8.25h:
Paseo de 5 minutos a pie de agua hasta la cala Pixavaques, donde está el arco de salida de la 2,5K. Calentamiento, briefing, y briefing particular para los de la Doble Corona, por si no llegábamos a tiempo el de la 5K en el puerto.
Mirar alrededor: de 175 nadadores, solo éramos media docena sin neopreno (uno llevaba jammers (¿alguien sabe cómo se llaman en castellano?) de neopreno, no sé si contarlo…); entre ellos, Tita Llorens.
8.55h:
Pasar bajo el arco de salida y entrar en el agua; vadeamos unos 20 m, hasta que nos cubre la cintura; nos miramos, nadie sabe muy bien dónde o cuándo parar; miramos atrás, ninguna indicación… ¿Qué esperamos?
Al cabo de 3 o 4 minutos oímos que desde la playa alguien dice – sin desgañitarse – “5, 4, 3, 2, 1…”, y ¡salimos!
El recorrido sale apenas 100 m de la playa, gira al norte y va a buscar una boya unos 1.000 m más allá, en paralelo a la costa; como el viento viene de tierra, las olas son pequeñitas (aunque muy seguidas, incómodas). En la boya, media vuelta y regresamos hacia la playa del Alguer.

9.45h:
Llegada a meta, avituallamiento, secarse y taparse un poco. El guardarropa es pequeño, pero hay pocas mochilas y son fáciles de encontrar.
Un poco de cháchara y enseguida toca enfilar hacia el puerto ― un paseo de 10 minutos ―, donde llegamos a tiempo del briefing para la 5K. Justo al lado están las carpas del “Día del Atún”; y, más importante, el barco que se usa para el Tuna Tour más un par de lanchas que nos llevarán a los 150 nadadores hasta la salida.
En el barco no hay guardarropa para los que nadamos sin neopreno (¡otro agravio más para la lista!); no me apetece preguntar, y ya había cogido ropa vieja por si acaso, que se queda a bordo cuando salto al agua. Si tengo tiempo y ganas, volveré a recuperarla.
12.00h aprox:
Ya había perdido un poco la noción del tiempo, pero creo recordar más de media hora de retraso.
En fin, nos han llevado unos 4,5 km al norte, bordeando la costa (los que llevan GPS, luego dirán que hemos nadado 4 km). ¡Al agua! Por el camino hemos visto unas cuantas boyas; nadaremos entre ellas y las rocas, hasta meta. Sabe a poco cuando la idea era venir desde alta mar tras haber asaltado una jaula de atunes; pero el lugar es fantástico para nadar y el mar nos ha acompañado.
Según la Organización, había 9 barcas para control y apoyo (no las conté); kayaks y paddle surf, ni uno (aunque me pareció que, con el resguardo de las rocas, no había tanto viento y alguno podría haber salido; pero qué voy a saber yo…).
Por qué
Por qué sí
(O lo que es lo mismo: puntos fuertes)
Te llevan en barco 5 km mar adentro, y vuelves en línea recta hasta la playa. La idea de la travesía es sencilla pero genial, sobre todo porque nadar en mar abierto de verdad no es algo que podamos hacer todos los días.
Este año Eolo no lo quiso así. Pero el Plan B fue suficientemente bueno como para que hubiera merecido la pena (un Plan B mucho mejor que otros planes B de otras travesías).
El Plan A prevé un “nado entre atunes” de 15 minutos, dentro de la jaula junto a la que se sale. ¿Te atreverías?
Por qué no
(¡Meh!)
Debo ser el gruñón del pelotón, porque no hago más que oír y leer loas a la Organización. Nada que decir ni en cuanto a seguridad ni en todo lo que concierne a los barcos (embarque, capacidad…). Pero el resto (logística, información) a mí me pareció bastante amateur ― más aún teniendo en cuenta que llevan unas cuantas ediciones para ir puliendo temas.
También es verdad que yo venía con la mosca detrás de la oreja, después de la participación en 2016, en que hubo muchas olas, pocas boyas y aún menos kayaks, y bastante desgobierno en general.
El aprobado lo tienen, porque la zona para nadar es excelente. Lo mínimo exigible para subir nota sería:
- Un briefing electrónico un par de días antes
- Dar algo de información a los voluntarios que tienen que transmitirla
- En el guardarropa, cambiar a un sistema de marcaje de las bolsas que no sea potencialmente peligroso
También es verdad que la travesía no cuesta lo que una Marnatón, pero aún así…
Fotos, solo hice una. En este enlace están las de la Organización, que, eso sí lo tienen bueno, pone a nuestra disposición para descargar sin marcas de agua y libres de licencia.
(Imagen de portada por Kate Estes, libre de licencia, obtenida en Unsplash.)
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